viernes, 22 de enero de 2016

RECONSTRUIR EL DISCURSO DE CLASE
ELEMENTOS PARA UN ANÁLISIS TRAS LAS ELECCIONES


Apenas ha transcurrido un mes desde las elecciones generales del 20 de diciembre y parece que hubieran transcurrido varios meses, pues los cambios son permanentes y las posiciones políticas que se trasladan desde sectores y partidos políticos van variando continuamente, dando muestra de la inmediatez que requiere la sociedad capitalista contemporánea para reproducir un orden pese a su aparente transformación.

Sin embargo, conviene no detenernos en aspectos formales o de superficie, e ir adentrándonos en un análisis más del fondo político que demuestran las actitudes, más allá de las declaraciones y puestas en escena de los representantes políticos. Por ello, desde la Plataforma de Comunistas entendemos que si bien las elecciones generales han supuesto un cambio del escenario político institucional, no parece que éste se vaya a trasladar a cambios importantes en la estructura política, ni, en lo que más nos interesa, en cambios sustanciales que mejoren las condiciones de vida de la clase trabajadora.

De hecho, ya las semanas previas a las elecciones generales observamos cómo se iba instalando en el discurso político un cierto clima de polarización, pero no respecto a la defensa de intereses de clase, sino más bien en torno a elementos identitarios y de democracia formal.

Así, durante semanas y hasta el momento actual, las prioridades de las principales formaciones políticas ―Partido Popular, Ciudadanos, PSOE y Podemos― se centran en la corrupción o la cuestión nacional, ligada a la posibilidad de secesión de Cataluña. Lejos de hacer un análisis riguroso de la relación que estos elementos tienen con el sistema capitalista, y por tanto, desplegar un discurso de clase, se mantiene una visión formalista y regeneracionista, sin aspirar a cambiar las condiciones que delimitan desde el sistema capitalista ni la corrupción, ni la cuestión nacional.

Junto a estos elementos, habituales en el discurso político actual, los recientes atentados de París, han reintroducido el debate en torno al terrorismo como instrumento de confrontación partidaria, lo que ha llevado a una particular defensa de los valores culturales europeos, sin vincularlo con el incremento belicista de la OTAN, los intereses geopolíticos de Israel y el papel desestabilizador de Arabia Saudí en Oriente Próximo. La práctica totalidad de los partidos políticos se han centrado en la defensa de los intereses del capitalismo, escenificados en este asunto en los intereses atlantistas, obviando que nuestro territorio era utilizado una vez más, el pasado mes de noviembre para prácticas militares de la OTAN, con la finalidad de contribuir a la escala militarista que nos aleja de los valores de paz y solidaridad que han definido históricamente a las fuerzas de progreso.


Por ello, la Plataforma de Comunistas quiere reforzar el carácter antibelicista del comunismo y por tanto, su rechazo frontal a la OTAN y sus intereses.

Sin duda alguna, hacer bascular las prioridades políticas en torno a estos aspectos supone renunciar a un discurso fundamentado en las consecuencias que la crisis económica ha dejado en nuestro país. Parece no interesar ya analizar las consecuencias que sobre la clase trabajadora tienen las sucesivas reformas impuestas
en los últimos años y las penosas condiciones en las que vive una parte importante de la clase trabajadora, por la política agresiva de un capitalismo que ha buscado en la precariedad laboral su salida a la crisis.

Se ha desterrado del discurso, y por tanto de la prioridad política, todo lo que tenga que ver con el desempleo, la precariedad, los bajos salarios, el incremento de la brecha salarial, los servicios públicos, las privatizaciones. La consecuencia inmediata, o quizá su reflejo, es la paralización de la movilización como instrumento de lucha y transformación de la correlación de fuerzas, sustituida por un institucionalismo que
asume el capitalismo tanto en su fondo como en su forma, y limita la transformación a procedimientos de participación y control de la ciudadanía de la acción del gobierno.

 En conclusión, se sustituye el objeto de transformación, por el proceso de transformación, eliminando con ello la aspiración de emancipación de la clase trabajadora.

En definitiva, los partidos mayoritarios, los partidos del sistema, asumen lo irremediable del capitalismo y con su acción cotidiana dificultan la elaboración y consolidación de un discurso de clase alternativo e independiente en torno al concepto trabajo, articulado en torno al empleo, los derechos laborales y sindicales, el salario y las condiciones de trabajo, un discurso que suponga no solo una ruptura formal con el actual modelo político o respecto de su forma de gobierno, sino también respecto de su modelo de crecimiento y desarrollo, es decir, un discurso rupturista con el sistema capitalista y su expresión política en nuestro país, particularmente limitada: el régimen monárquico.

Hasta el día de hoy, una vez conocidos los resultados electorales, no parece que la situación haya cambiado, y este mes transcurrido hace aflorar un clima de aceptación institucional y política, una asimilación de los valores del capitalismo y sus representaciones políticas. No parece que los aspectos de regeneración del modelo político puedan ser patrimonializados por ningún partido, sino, al contrario, parece que es un aspecto que ha sido asumido, formalmente, claro, por las principales formaciones políticas, tal y como se puede observar en las medidas anunciadas por el gobierno regional de Madrid. Esto nos lleva a pensar que el resultado electoral ha hecho tambalear al bipartidismo, pero aunque tocado, ha salido muy vivo, capacitado y hasta cierto punto legitimado, para un cambio que permita la alternancia de partidos dentro del mismo sistema político y económico. 

Parece consolidarse la alternancia como instrumento de la burguesía española para consolidar sus privilegios e intereses. Incluso, esta alternancia, debidamente corregida con la participación de otros partidos “emergentes” y algunos cambios en cuestiones no esenciales para el  sistema ...Todo cambia, pero todo sigue igual.

Pese a ello, no conviene que minimicemos los resultados de los partidos interclasistas ― Podemos y Ciudadanos ― pues indican el interés de la burguesía, y por tanto del capitalismo, por suprimir el conflicto social forzando la identificación de la clase trabajadora con los valores del individualismo y el consumo. 

Estos partidos contribuyen a desdibujar las contradicciones de clase y ocultarlas tras la máscara del estatus, sustituyendo la lucha de clases por la búsqueda de cambios formales que permitan atemperar la dureza de la política capitalista sobre las clases trabajadoras.

Esta es una vieja estrategia que parece reforzarse con el importante peso electoral de estos partidos, pero que pese a sus intentos, no oculta la realidad de la existencia de la lucha de clases, identificada en las condiciones de precariedad que vive la mayor parte de la población trabajadora.

Es un hecho que la renuncia a los valores de la izquierda y la referencia en torno a las contradicciones de clase ha hecho retroceder a la izquierda tradicional en favor de estos nuevos partidos y conglomerados sociales. Sin embargo, los resultados dados en Madrid nos alertan sobre la persistencia de un espacio político en donde producir un nuevo discurso rupturista que anteponga las consideraciones en torno al mundo del trabajo a los cambios formales del sistema.

En definitiva, el resultado electoral y los pasos dados desde el 20 de diciembre, nos indica que el sistema busca sostenerse en torno a una socialdemocracia no rupturista y que renuncia a priori al conflicto social y a la movilización. El cambio prometido, se limita a un consenso en base a consideraciones formales de participación y control ciudadano que de facto está suponiendo un incremento del institucionalismo y una ocupación del espacio político por el espacio de la gestión civil de los servicios.

Ante esta situación, la Plataforma de Comunistas, llama a la movilización como único instrumento de transformación social, llama a la ruptura con el modelo político del capitalismo vigente en España y a la elaboración de quienes nos reclamamos y nos seguiremos reclamando comunistas de un discurso de clase que persiga, ante todo, la emancipación de la clase trabajadora.

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