martes, 26 de abril de 2016



COMUNICADO 

POR EL PRIMERO DE MAYO


Desde 2007, el capitalismo europeo ha agudizado las contradicciones existentes, ampliando su margen de beneficios a partir del trasvase de las rentas del trabajo hacia las rentas del capital e incrementando la economía financiera Se ha intensificado la división internacional del trabajo, reduciendo a los países más débiles donde se ceba especialmente la crisis, a una posición subalterna respecto de los países centrales del sistema capitalista en Europa. El capitalismo europeo, ha centrado sus esfuerzos en abaratar el coste de la fuerza de trabajo, aumentar la temporalidad laboral y continuar la pérdida de derechos laborales.

Este recrudecimiento de la lucha de clases se ve profundamente agravado con el indignante recurso a la guerra que el capitalismo ha vuelto a recuperar. La situación que se vive en Turquía, Grecia o Melilla, debería sonrojar a los gobernantes europeos, miles de personas, hermanos de clase, están sufriendo el abandono de la “democrática” Europa capitalista y malviven en guetos infamantes; pero la dramática situación de los que huyen de la guerra o el hambre en sus países, está siendo utilizado por el fascismo encarnado en nuevos rostros populistas y nacionalistas, pero con las mismas características del pasado, para enfrentar a la clase trabajadora. Frente a ello, solo cabe reforzar la solidaridad de clase.

En nuestro país, la situación de los trabajadores ha venido empeorando. Tras años de reformas económicas y laborales, la realidad no solo es la pérdida de la capacidad adquisitiva de la clase trabajadora, sino fundamentalmente, la pérdida incesante de la referencia laboral en todos los discursos: políticos, económicos, sindicales, sociales. La legítima reivindicación de los derechos sociales del bienestar —educación, sanidad, atención, etc. — no pueden realizarse a costa del empleo, el salario o los derechos laborales y sindicales.

El alarmante nivel de desempleo en España ha sido equilibrado por el sistema, a partir del auge de la economía sumergida, las informales redes de apoyo familiar y la creciente temporalidad laboral, que hace posible la subsistencia en condiciones muy precarias a un gran número de familias. Estas condiciones hacen difícil la sindicación, ante la eliminación no ya de un futuro laboral estable, sino incluso del propio centro de trabajo —a lo que contribuye la movilidad laboral incluso dentro de la misma empresa—; por ello, los derechos sindicales perdidos no han estado entre las prioridades de defensa de la clase trabajadora, al ser apreciados erróneamente, como privilegios de un pequeño sector laboral que aún mantiene aceptables niveles salariales y de condiciones laborales.

El fuerte desempleo y los bajos salarios están acompañados de una alta temporalidad y precariedad laboral, factores que no pueden ser considerados de manera ajena al sistema capitalista, que depende de ellos como instrumento de control y, por tanto, de coacción de la clase trabajadora. Como imagen especialmente significativa debemos resaltar el hecho del incremento del empleo entre las mujeres, especialmente entre las mayores de 45 años, pues simboliza no solo la creciente desigualdad entre mujeres y hombres, sino las pautas que marca el capitalismo: menores salarios, peores condiciones laborales y mayor precariedad en el empleo.

En definitiva, lejos de superarse la crisis económica, política y social, parece consolidarse un modelo neoliberal que ha incrementado su capacidad de coerción sobre la clase trabajadora, recurriendo a un incremento de la represión y al continuo recorte de derechos sociales y políticos; reduciendo el nivel de confrontación entre clases y trasladando al espacio social el conflicto, mucho más fácil de controlar por el capitalismo.

Una muestra de ello es el clima social y político que estamos viviendo, especialmente en el último año. En efecto, y a pesar de la permanente degradación de las condiciones de vida y trabajo de nuestra clase, se ha impuesto una manifiesta situación de paz social, en la que todo conflicto y toda aspiración a la transformación social son diluidos en ambiguos discursos lanzados desde las instituciones, que se presentan como el centro de la transformación, lo que impide a la clase trabajadora definir adecuadamente a su enemigo de clase y desarticula la movilización una vez alcanzadas, aparentemente, unas mínimas reformas. Esta situación, lejos de ser beneficiosa para la clase trabajadora, está ocultando un incremento de la precariedad laboral, la brecha salarial realmente existente y la falta de empleo estable.

En nuestra opinión, la dispersión de las luchas nos debilita, igual que la falta de un objetivo político que permita afrontar las reivindicaciones parciales de nuestra clase; un objetivo que no puede ser otro que el de la transformación de raíz del entramado institucional y político en el que la oligarquía basa su poder y la conquista de una República Popular y Federal que abra nuevos cauces democráticos.

Por ello, la Plataforma de Comunistas considera urgente:
  • Abrir un proceso de reflexión acerca de la vigencia de la lucha de clases y las formas de afrontarla desde una perspectiva comunista.
  • Reforzar el movimiento obrero, llamando a la sindicalización de la clase trabajadora.
  • Organizar a la clase trabajadora en torno al conflicto laboral y social, reforzando para ello, las organizaciones de clase.

Acudamos a las movilizaciones por el Primero de Mayo
Viva el 1º de Mayo
Vivan las luchas de la clase trabajadora
Viva el comunismo