COMUNICADO
POR EL PRIMERO DE MAYO
Desde 2007, el capitalismo europeo ha
agudizado las contradicciones existentes, ampliando su margen de
beneficios a partir del trasvase de las rentas del trabajo hacia las
rentas del capital e incrementando la economía financiera Se ha
intensificado la división internacional del trabajo, reduciendo a
los países más débiles donde se ceba especialmente la crisis, a
una posición subalterna respecto de los países centrales del
sistema capitalista en Europa. El capitalismo europeo, ha centrado
sus esfuerzos en abaratar el coste de la fuerza de trabajo, aumentar
la temporalidad laboral y continuar la pérdida de derechos
laborales.
Este recrudecimiento de la lucha de
clases se ve profundamente agravado con el indignante recurso a la
guerra que el capitalismo ha vuelto a recuperar. La situación que
se vive en Turquía, Grecia o Melilla, debería sonrojar a los
gobernantes europeos, miles de personas, hermanos de clase, están
sufriendo el abandono de la “democrática” Europa capitalista y
malviven en guetos infamantes; pero la dramática situación de los
que huyen de la guerra o el hambre en sus países, está siendo
utilizado por el fascismo encarnado en nuevos rostros populistas y
nacionalistas, pero con las mismas características del pasado, para
enfrentar a la clase trabajadora. Frente a ello, solo cabe reforzar
la solidaridad de clase.
En nuestro país, la situación de los
trabajadores ha venido empeorando. Tras años de reformas económicas
y laborales, la realidad no solo es la pérdida de la capacidad
adquisitiva de la clase trabajadora, sino fundamentalmente, la
pérdida incesante de la referencia laboral en todos los discursos:
políticos, económicos, sindicales, sociales. La legítima
reivindicación de los derechos sociales del bienestar —educación,
sanidad, atención, etc. — no pueden realizarse a costa del empleo,
el salario o los derechos laborales y sindicales.
El alarmante nivel de desempleo en
España ha sido equilibrado por el sistema, a partir del auge de la
economía sumergida, las informales redes de apoyo familiar y la
creciente temporalidad laboral, que hace posible la subsistencia en
condiciones muy precarias a un gran número de familias. Estas
condiciones hacen difícil la sindicación, ante la eliminación no
ya de un futuro laboral estable, sino incluso del propio centro de
trabajo —a lo que contribuye la movilidad laboral incluso dentro de
la misma empresa—; por ello, los derechos sindicales perdidos no
han estado entre las prioridades de defensa de la clase trabajadora,
al ser apreciados erróneamente, como privilegios de un pequeño
sector laboral que aún mantiene aceptables niveles salariales y de
condiciones laborales.
El fuerte
desempleo y los bajos salarios están acompañados de una alta
temporalidad y precariedad laboral, factores que no pueden ser
considerados de manera ajena al sistema capitalista, que depende de
ellos como instrumento de control y, por tanto, de coacción de la
clase trabajadora. Como imagen especialmente significativa debemos
resaltar el hecho del incremento del empleo entre las mujeres,
especialmente entre las mayores de 45 años, pues simboliza no solo
la creciente desigualdad entre mujeres y hombres, sino las pautas que
marca el capitalismo: menores salarios, peores condiciones laborales
y mayor precariedad en el empleo.
En definitiva, lejos de superarse la
crisis económica, política y social, parece consolidarse un modelo
neoliberal que ha incrementado su capacidad de coerción sobre la
clase trabajadora, recurriendo a un incremento de la represión y al
continuo recorte de derechos sociales y políticos; reduciendo el
nivel de confrontación entre clases y trasladando al espacio social
el conflicto, mucho más fácil de controlar por el capitalismo.
Una muestra de ello es el clima social
y político que estamos viviendo, especialmente en el último año.
En efecto, y a pesar de la
permanente degradación de las condiciones de vida y trabajo de
nuestra clase, se ha impuesto una manifiesta situación de paz
social, en la que todo conflicto y toda aspiración a la
transformación social son diluidos en ambiguos discursos lanzados
desde las instituciones, que se presentan como el centro de la
transformación, lo que impide a la clase trabajadora definir
adecuadamente a su enemigo de clase y desarticula la movilización
una vez alcanzadas, aparentemente, unas mínimas reformas. Esta
situación, lejos de ser beneficiosa para la clase trabajadora, está
ocultando un incremento de la precariedad laboral, la brecha salarial
realmente existente y la falta de empleo estable.
En nuestra opinión, la dispersión de
las luchas nos debilita, igual que la falta de un objetivo político
que permita afrontar las reivindicaciones parciales de nuestra clase;
un objetivo que no puede ser otro que el de la transformación de
raíz del entramado institucional y político en el que la oligarquía
basa su poder y la conquista de una República Popular y Federal que
abra nuevos cauces democráticos.
Por ello, la Plataforma de Comunistas
considera urgente:
- Abrir un proceso de reflexión acerca de la vigencia de la lucha de clases y las formas de afrontarla desde una perspectiva comunista.
- Reforzar el movimiento obrero, llamando a la sindicalización de la clase trabajadora.
- Organizar a la clase trabajadora en torno al conflicto laboral y social, reforzando para ello, las organizaciones de clase.
Acudamos a las
movilizaciones por el Primero de Mayo
Viva el 1º de Mayo
Vivan las luchas de la
clase trabajadora
Viva el comunismo